Año nuevo, edición nueva.
El 2014 empieza con una buena noticia. ¡3ª edición de Molsa!
Molsa y Janinka continúan su andadura... ¿llegará la cuarta?
Y por si hay algún despistado que aún no ha tenido la fortuna de leerlo todavía, recordaros que podéis bajaros el primer capítulo desde la web de Edebé (aquí en castellano / aquí en catalán).
Aprovecho el post para dejaros lo que comentó Roberto Santiago, portavoz del jurado del Premio Edebé 2012, sobre Molsa:
Durante estos años como jurado he leído novelas de todo
tipo, divertidas, dramáticas, de miedo, de ciencia ficción, de fantasía, de
espadas, de vampiros, del Oeste… y creo de verdad que el nivel de las obras ha
sido realmente muy alto.
Pues bien, este año debo decir que me he llevado una de
las mayores sorpresas desde que estoy en el jurado.
Y esa agradabilísima sorpresa ha sido Molsa, la obra de
David Cirici.
Mi primera sorpresa cuando la leí fue lo más evidente,
pero no lo más fácil: que la novela está contada en primera persona por un
perro, que se llama precisamente así, Molsa/Musgo, y al que no le van muy bien
las cosas. Aunque no hay muchas, por supuesto que no es la primera novela
infantil contada en primera persona por un perro. Pero creo que puedo decir,
sin temor a equivocarme, que es la primera donde esa técnica no es utilizada
para provocar risas o ternura o una empatía fácil con el personaje, o para
sorprender al lector. En absoluto. Aquí la visión subjetiva, esa primera persona
de Molsa, va muchísimo más allá, y es utilizada como un recurso narrativo
potente y de primer orden para crear una visión verdaderamente original del
mundo, de lo que cuenta y de todo lo que le ocurre. Además de que está hecho
con verdadero rigor, explorando en la escritura los sentidos del olfato y del
oído, cuidando los detalles de manera verdaderamente exhaustiva, haciendo creer
en definitiva al lector que estamos…, no ante un perro parlanchín al estilo
Disney, sino ante un verdadero ser que siente y padece, que sufre, que ama, que
añora, que vive su vida (de perro) lo mejor que puede. Honestamente, esta
primera persona de Molsa es una de las voces narrativas más íntegramente
renovadoras que he leído en muchísimo tiempo.
La segunda sorpresa es que esta historia ocurre durante
una guerra, a la que no se le pone nombre (pues los perros no saben que las
guerras tienen nombre, y ni siquiera entienden el concepto de guerra, sino que
simplemente comprueban en el día a día que las cosas van cambiando, por
supuesto a peor). Poco a poco nos vamos sumergiendo en la historia y vamos
descubriendo que tal vez se trata de la segunda guerra mundial, y que estamos
en un país del Este de Europa. Por supuesto que tampoco es la primera novela
infantil que ocurre durante la segunda guerra mundial, aunque desde luego no
hay muchas ni muy recientes. Pero lo mejor de todo es que eso da igual en esta
historia. En mi opinión, puede transcurrir en cualquier guerra, en cualquier
conflicto armado. La singularidad y de nuevo el rigor de los detalles de la
guerra que se cuentan aquí hacen que la historia sea absolutamente universal y
actual, y que no hable de una guerra en particular, sino de la Guerra con
mayúsculas, como un hecho cruel y sin sentido que provoca dolor a su paso, sin
ningún motivo que lo justifique. Molsa es un perro desconcertado, abrumado por
los acontecimientos de la guerra, que le llevan a una serie de aventuras, o más
bien desventuras, a su pesar, y al que no sólo entendemos, sino con el que nos
identificamos plenamente. Qué alegría de verdad que haya novelas así, que no
sólo sirven para pasar un rato, que también, sino que hacen que aprendas, que
crezcas, que seas un poco mejor persona después de leerla, que yo creo que es
lo mejor que se puede decir de cualquier novela.
Mi tercera
sorpresa es que en ningún momento la novela explicita lo que quiere contar,
algo que por desgracia es muy habitual en la literatura actual, y no sólo hablo
de la literatura infantil; eso que llamamos peligrosamente “mensaje”. Pues
bien, David Cirici ha contado una historia. Y muy bien contada. Una historia
que te atrapa. Con un punto de vista y un entorno, como ya he dicho, original.
Y pone a unos personajes (aquí un grupo de perros) en aprietos, en conflicto
consigo mismos y con todo lo que los rodea, como debe ocurrir siempre en las
buenas historias, para que aprendan y de paso nosotros como lectores aprendamos
con ellos. Pero nunca en ningún caso, te dice explícitamente: Las guerras son
malas; los seres humanos pueden ser muy crueles; el compañerismo y la
generosidad y el valor en momentos extremos son valores que nos hacen crecer
como personas… Todo eso lo vas descubriendo a través de la historia de manera
implícita, y creo que ésa es una de las razones fundamentales que hacen grande
a esta novela. Su desnudez. Su falta de pretenciosidad. Su total honradez, si
se me permite decirlo así.
Por si todo esto fuera poco, el ritmo de la novela es
vertiginoso y no te deja respirar. Molsa pasa de vivir en un vagón de tren
abandonado a un circo de fieras, a un campo de concentración, de vuelta a la
ciudad…, creando una narración fluida, y en la que todo el tiempo te estás
preguntando lo más importante que como lector te puedes preguntar cuando estás
leyendo una novela: ¿qué va a pasar a continuación? Quieres saber qué va a
ocurrirle a Molsa en el párrafo siguiente, en la página siguiente, y así hasta
el sorprendente final, que por supuesto no voy a desvelar.
Por todo ello, y
aunque las comparaciones son siempre odiosas, de verdad creo que Molsa es uno
de los mejores, más originales, y más consistentes premios de literatura
infantil de los últimos años. Sin ninguna duda. Y también creo que el Premio
Edebé se premia a sí mismo con esta novela. Molsa va a dar muchísimo que
hablar, y yo desde luego invito a todos (ojo, niños por supuesto, pero también
adultos) a que la lean. Van a sorprenderse y a disfrutar a partes iguales con
esta historia, que es un auténtico oasis dentro del panorama actual de la
literatura infantil.
Gracias a David Cirici por haber escrito esta novela. Y
muchas gracias también por haberla presentado al premio Edebé y habernos hecho
muchísimo más fácil nuestra tarea al jurado. De todo corazón, gracias.
Roberto Santiago, portavoz del
Jurado